Hoy, coincidiendo con el aniversario de su partido homenaje, quiero recordar al que para mí ha sido el portero más completo de nuestra larga historia: José Ramón Esnaola. Y para ello voy a centrarme en sus últimos minutos oficiales como guardameta del Real Betis Balompié, unos recuerdos que guardo a fuego en mi memoria.
Para ello voy a contar la experiencia que viví en su último partido de liga celebrado en el vetusto estadio de la Rosaleda el 21-04-1985. Como comentario tengo que decir que su verdadera retirada de nuestro querido club fue días después, en competición copera ante el Bilbao (así llamábamos siempre al Athletic), en un partido que nos costó una injusta eliminación a pesar de ganar el mismo por 1-0.Tuve la suerte de ver ambos partidos.
Volviendo a su último encuentro liguero en Málaga, tengo que comentar que hice dicho viaje junto a mi hermano y la antigua peña Márquez Medrano. Buen bético y hombre siempre vinculado al Betis de la época, por su candidatura a la presidencia e incluso por sus coqueteos con la dirección de la Real Federación Española, aunque siempre sin éxito electoral.
Pues bien, en ese autobús también venía la antigua abuela del Betis .Y digo la antigua abuela porque así era, con su correspondiente «garrota» en mano. Todo empezó genial hasta que a mitad del camino ya empezó la situación empezó a dar un giro: la abuela no se sentía muy bien y hubo que parar más veces de las debidas. Que sepa el lector más joven que entonces los viajes se hacían tremendamente largos por los vehículos y las carreteras.
La entrada al estadio ya fue dura por los insultos que sufrimos y, para más inri, una gran tormenta nos dejó a todos empapados antes del inicio del partido.
Del partido…mejor no hablar. Lo que iba a ser una fiesta de salvación para ambas aficiones se convirtió en una auténtica epopeya para salvar el cuello gracias al «señorío» de dos equipos que siempre han presumido de ello: el Real Madrid y el otro equipo que juega en Nervión .
Afortunadamente para nosotros Joaquín Parra arregló el descosido y salvamos el tipo a costa del Málaga. La salida del estadio fue difícil para todos y enturbió lo que para mí es el epicentro de este escrito
Ese día fue duro no solo por lo vivido, sino por varias despedidas de algunos de nuestros jugadores e incluso compañeros de viaje a los que, por desgracia, nunca volví a ver. Pero tuve la fortuna y la desgracia de ver por última vez en liga al mejor profesional, al mejor portero, y al que estoy seguro de que es una de las personas más íntegras que han vestido la camiseta de las trece barras: José Ramón Esnaola. Eterno.
Por Enrique González Domínguez.