Betis Bohemio

Europa, una conquista pendiente

Por Javier Guerrero Alfonso / @BetisShirts

Hace ya algunos años cuando este proyecto cultural llamado Betis Bohemio estaba dando sus primeros pasos, sacábamos el tercer número de nuestra revista digital bajo el título de “Europa, una conquista pendiente”. En aquella edición, que pueden aún descargarse gratuitamente, hacíamos un repaso (a nuestra manera) de todas las participaciones europeas, aprovechando que se acercaba el debut continental del Betis de Pellegrini en aquel grupo que conformábamos junto a Celtic, Ferencvaros y Leverkusen. 

Ha llovido mucho desde entonces y muchas cosas han cambiado en el Betis, como todo en la vida, algunas a mejor y algunas a peor. Lo que no ha cambiado es que el Betis sigue en Europa casi un lustro después, en una racha de clasificaciones europeas jamás vista en nuestra historia. Tampoco ha cambiado el entrenador, sobreviviendo a sustituciones de directores deportivos y  reestructuraciones de plantilla no siempre a mejor. No tendremos vida suficiente para agradecerle todo lo que ha hecho y lo que estoy seguro de que aún pueda hacer, porque, aunque lógicamente el trabajo y el mérito no son solo de él, es indudable que es el denominador común de los éxitos y de  la regularidad deportiva de la entidad.

Una entidad que se presenta por tercera vez en su historia en unos cuartos de final europeos con una deuda muy importante ante su gente, ser el único español de los doce primeros de la clasificación histórica que nunca disputó al menos una semifinal en el viejo continente. Ya toca paliar ese debe histórico que tenemos desde aquella década de los sesenta dónde por vez primera viajamos más allá de nuestras fronteras.

Esa deuda histórica contigo, con tu padre, tu abuela y conmigo mismo. Porque soy de esa generación que no tuvo conciencia real del “Euro Betis” de los 90, pero que  sí la tenía ya en aquella remontada del Auxerre o en la goleada del Steaua. Soy de los que, como estudiante, vivió aquella fatídica tanda de penaltis. Soy de los que estaba en Frankfurt, ciudad de gentuza, cuando Borja estrelló el balón al larguero y una salida en falso de Rui Silva nos condenó. Soy de los que se ilusionó en vano en el Teatro de los Sueños con el empate de Ayoze. Soy aquel que el año pasado, tras la eliminación en la fase de grupos de la Europa League, creyó que la Conference podía ser para nosotros antes de que a las primeras de cambio nos eliminara el Dínamo de Zagreb sin que opusiéramos resistencia. En definitiva, soy un bético que nació a mitad de los noventa, pero que, si lo hubiera hecho antes, en poco habrían cambiado mis heridas europeas. La diferencia radicaría en que en mi corona habría más espinas llamadas Dinamo de Moscú, Benfica, Universidad de Craiova, Girondins, Chelsea o Bolonia.

Yo sé que siempre pasa algo con nosotros en Europa. Cuando no son planificaciones nefastas como en 1978 o 2014, son robos a mano armada como en 1984 en Rumanía. Y si no, era tirar la competición de forma casi insultante y dolorosa como el año pasado en Zagreb o contra el Steaua en 2006. Y cuando no, es una salida en falso de nuestro portero en Frankfurt o un gol para la historia de Zidane que mata los sueños de una remontada ante el Girondins. 

De todo nos ha pasado y ya es tiempo de cambiarlo. Podríamos seguir recordando, pero, quién más, quién menos, tiene estas heridas o las ha visto en sus mayores, que a fin de cuentas es lo mismo. Así que ahora nos toca ver nuestras heridas para recordar todo aquello por lo que luchamos. Por esas eliminaciones ya mencionadas, por el carajote de Clemente poniendo a Gálvez de lateral con el Bologna. Por el puto euroderbi. Por los palos que se llevaron en Guimaraes tantos y tantos béticos a manos de unos desalmados. Pero más allá de las heridas, hay que hacerlo por nosotros, porque somos el Real Betis Balompié, y si bonito es nuestro escudo, más bonito es lucirlo por Europa al son de las victorias.

Y como dije antes, el Betis nos la debe, pero como el Betis somos nosotros (no yo, ni el proyecto, sino los béticos de a pie, sus socios y aficionados), nos lo debemos a nosotros mismos. 

Porque estoy más que convencido de que los jugadores quieren, por ellos mismos y por demostrar lo que valen, desde el primero al último. Desde Aitor o Bartra con tantas temporadas aquí, hasta Antony o el Cucho (este último que ni puede jugar) que acaban de llegar. Y estoy aún más convencido de que la directiva quiere y se ha obligado a ello. Y al igual que tantas veces, con tantísima razón se le han dado palos más merecidos en lo deportivo y lo social, hay que quitarse el sombrero con cómo están encarando esta eliminatoria, desde los precios, hasta la gestión de la instalaciones y las redes sociales. Tenemos a un solo paso cumplir el objetivo económico marcado para la competición, que para como estamos y lo que nos viene económicamente, al Betis en particular, y al fútbol español en general, no es poco.

Pero de lo que más convencido estoy es de que a nadie le duele como a nosotros, porque, como dice el cántico, van pasando los años, jugadores, también presidentes pero lo que no cambia es que nosotros seguimos presentes. Y el jueves otra vez estará presente la gente que te hemos sacado tres veces de segunda en lo que va de siglo, los que hemos llorado tres veces como campeones de España desde 1977 y a los que nos han dolido todas y cada una de las eliminaciones europeas. 

Por eso, bético, bética, recuerda todas las veces que salió cruz, para acordarte de todo aquello por lo que luchas. Recuerda, sin ir más lejos, las caras de todos los que estaban contigo hace no muchos meses en Mlada, y sueña con romper esa barrera de los cuartos como primer paso de un sueño europeo que vamos a lograr. Y si no lo logramos, no me cabe duda de que habremos puesto todos, desde el presidente al último aficionado, todo lo que teníamos en este momento, y por ello, el manquepierda nos volverá a dar la esperanza de la siguiente oportunidad, que será, don Manuel Pellegrini Ripamonti mediante, el año que viene.

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