Por Enrique Roldán Cañizares / @enrolcan
Los caminos del señor son inescrutables, pero el camino a la final de la Conference League pasa por Florencia. Tenemos que ir a la bella ciudad de la Toscana para hacerles ver a los florentinos que el Real Betis Balompié es mucho más que el equipo del bilingüe Joaquín. Cuando acaben los 90 minutos (y ojalá que sean 90 y no 120) los tiffosi viola tienen que volver a sus casas siendo conscientes de que el Betis es el equipo que se va a enfrentar, presumiblemente al Chelsea, en la final de Breslavia.
Y es evidente que la vuelta de nuestra primera semifinal europea no va a ser una cosa fácil, pero también es verdad que, nuevamente, la historia está de nuestro lado. Ya dijimos aquí que Carlos V habría sido del Betis, y es precisamente a Carlos V y al asedio al que sometió a la ciudad de Florencia a lo que los béticos debemos volver a agarrarnos.
Y es que un año después de que el Emperador se casara en la Ciudad del Betis tuvo lugar el famoso saqueo de Roma en el contexto de la Guerra del Cognac. Tras el saqueo de la Ciudad eterna, la República de Florencia expulsó a los Médici y se puso de lado de Francia, pero una serie de derrotas francesas provocaron que Francisco I de Francia firmara la paz con Carlos V y que Florencia quedara aislada internacionalmente. Fue entonces cuando Carlos V decidió sitiar Florencia en octubre de 1529, provocando su capitulación en agosto del año siguiente.
La caída de Florencia tuvo lugar tras la traición de unos mercenarios extranjeros que la República había contratado (quién sabe si Moise Kean también traiciona a la Fiore y termina marcándose un gol en propia defendiendo un córner tonto), y las tropas de Carlos V entraron en la ciudad como Pedro por su casa, añadiendo una nueva conquista a las arcas del emperador bético.
Pero lo verdaderamente curioso es que el sitio de Florencia guarda relación con el fútbol, o al menos con el fútbol de la época, lo que hoy conocemos como calcio storico. Porque en Florencia se juega al calcio, pero también se juega una vez al año al calcio storico. Este deporte, en el que los cuatro barrios históricos de la ciudad se enfrentan dándose hostias hasta en el cielo de la boca, parece ser que tuvo su origen en Grecia, concretamente en un juego llamado sferomachia. La asimilación de la cultura griega por parte de Roma llevó a que este juego fuera tomado como propio por los romanos, quienes, tras algunas modificaciones, lo terminaron llamando harpastum. A través de los legionarios romanos el juego llegó a una Florentia fundada en el año 59 a. C. como villa para veteranos del ejército, y con el paso de los siglos se fue moldeando mediante la inclusión de algunas normas.
Pero la clave se encuentra en el cambio de nombre que el juego experimentó. La palabra calcio, a la que tan acostumbrados estamos, significa “patada”, un hecho que, según el historiador Luciano Artusi, el experto por antonomasia en el calcio storico, es prueba irrefutable de que el balón comenzó a ser golpeado con los pies. Tuvo que ser la ciudad del Renacimiento la que bajó el balón al suelo y sentó las bases, según parece, del deporte al que el gran Eduardo Galeano jugaba “mientras dormía”. Los historiadores florentinos defienden que las legiones de Julio César llevaron el harpastum a Inglaterra, donde evolucionó al football que posteriormente terminó siendo reglado por los gentlemen ingleses. Démosle el beneficio dela duda a esta teoría y pensemos que sí, que nuestro balompié que el Betis juega con ese duende que da la tierra es ancestral, y que, de un modo u otro, sea en Florencia o en Sheffield, lleva siglos esperando la victoria europea del Real Betis Balompié.
Hasta aquí alguien podría preguntarse qué tiene que ver el calcio storico con el sitio de Florencia. Pues la respuesta es muy simple. El 17 de febrero de 1530, con la ciudad de Florencia bajo el asedio de Carlos V, los florentinos no olvidaron sus tradiciones y decidieron jugar su tradicional partido de calcio, sin importar cuán grande era el ejército que acampaba tras las murallas. Trompetas, disparos al aire, cánticos, gritos y una enorme polvareda que se elevaba sobre los tejados eran la muestra de que algo se estaba moviendo por una Florencia que, menospreciando a Carlos V, se dedicó al jugar al calcio.
Pero ya sabemos cómo acabó la historia, por mucho que los florentinos se dedicaran a jugar a su fútbol histórico, la ciudad terminó cayendo ante el Emperador que, pudiendo haberse casado en cualquier lugar del mundo, decidió hacerlo a la orilla del río Betis. Así que el próximo jueves recordemos a Carlos V, vayamos a Florencia a conquistarla sin compasión y dejemos que ellos jueguen a su calcio, porque la historia siempre se repite. Y esta vez, al igual que en 1530, el Betis de Carlos V, volverá a conquistar Florencia.