Por José Peral / @joseperal17
Si cuando uno cambia de ciudad dentro del mismo país echa en falta su hogar, cuando se cambia de ciudad, de país y de continente, todo lo que uno concebía se transforma totalmente. Ese sentimiento de nostalgia que tienes tan presente cuando lo que añoras casi lo puedes tocar con las manos, se esfuma, y aparece una sensación extraña entre el olvido y la lejanía.
Y es que, entre los cambios horarios, los cambios de latitud o cualquier otra excusa que quiera decir se crea un vacío por lo que dejas atrás que, de alguna u otra manera hay que llenar con otras cosas. Y el Real Betis Balompié, como parte importante de mi vida, no iba a ser una excepción.
La verdad es que ver los partidos de tu equipo a las nueve de la mañana con el estómago vacío y sin nada en el cuerpo no es de las cosas más excitantes que puedan existir en este mundo, y desde que aterricé en la Península de Yucatán a principios de agosto los fines de semanas son, en ese sentido y no en otros, mucho menos emocionantes, pues las mariposillas en el estómago que uno tenía toda la tarde del sábado o toda la mañana del domingo desaparecen. Y a veces, a las once la mañana ya te sientes “despachao”, como quien dice, y te llega al coco esa frase tan nuestra de: Bueno, ¿y ahora qué hacemos?
Y lo bueno de tener los findes despejados, futbolísticamente hablando, es que la cabeza da rienda suelta a la imaginación. Fue así como una buena tarde se me ocurrió pensar en qué se podrían llegar a parecer el Real Betis Balompié y el país desde el que escribo: los Estados Unidos Mexicanos (sí, eso de EE. UU no es solo de los gringos).
Porque, a menos de mes y medio del Mundial de Qatar 2022 y ante una no emocionante expectación por la lista de nuestro seleccionador en clave verdiblanca, intentaré convencerte de que por qué debes, aunque sea, alegrarte como bético (no quiero meterme en los sentimientos patrióticos de la gente) de que a México le vaya bien el siguiente mundial.
Para empezar, el bético tiene cierta simpatía con los equipos que juegan de verde (aunque tengan algunos detallitos en rojo, que no todo es perfecto) y si es combinado con el blanco mejor; y es por eso por lo que, aunque no le diga nada ni uno ni el otro, siempre va a querer que gane el Sporting de Lisboa al Benfica en el derbi de Lisboa. Es así. De la misma manera que si algún equipo de nuestra Liga sacara una equipación verdiblanca estoy seguro de que lo vería con mejores ojos. Y la selección mexicana de fútbol siempre se presenta con su camiseta verde y sus pantalones blancos y, bueno, algún que otro color que no viene a cuento, pero muy poquita cosa. Ahí tienes ya un motivo para poner a México por delante de otras muchas selecciones en tu lista de preferencias.
Por otro lado, los dos únicos jugadores mexicanos de la historia del Real Betis forman parte de la actual plantilla y que con casi toda seguridad irán a Qatar. El primero, Diego Laínez, que lo tenemos cedido por Portugal, a ver si recarga pilas y regresa como lo que prometía; y el segundo, un tío que va a camino de jugar su quinto Mundial, casi “ná”. Tan solo cuatro jugadores hasta la fecha han alcanzado ese hito y uno de los capitanes y pesos pesados de nuestro Betis está camino de conseguirlo en algo más de un mes.
Es que, además, es el jugador con más partidos disputados (por encima de un tal Rafa Márquez) y máximo goleador de su historia (por encima también de un tal Hugo Sánchez o de jugadores como Chicharito Hernández). Cómo no vas a apoyar a México en el Mundial si tienen a Don José Andrés Guardado Hernández como capitán y estandarte del equipo. Simplemente, querer que a uno de los jugadores con más importancia tanto dentro como fuera del vestuario en los últimos años le vaya bien en el Mundial es incluso una obligación como bético.
Creo que con esos dos argumentos podrían bastar, pero para tratar de meter el dedo en la llaga intentaré esgrimiros alguna cosilla más, con menor peso que los anteriores, eso sí:
Con la Copa del Rey de la temporada pasada ganada, nos mentiríamos todos si no tuviésemos puesta la mirada en la Europa League, competición en la que, por desgracia, no hemos podido viajar más allá de los octavos de final. Pues he aquí otra similitud: la selección mexicana lleva desde Estados Unidos 1994 hasta Rusia 2018 cayendo en octavos en todas las ediciones mundialistas, motivo por el que yo creo,que los béticos deberíamos sentir algo de empatía de nuestros hermanos mexicanos.
Y ya para ir acabando, obviando toda polémica que pueda llegar a sugerir la Conquista de América para unos y el Descubrimiento para otros, es inevitable pasar por alto que aquellos que se subían a los barcos de camino a Nueva España, eran los que que no tenían nada que perder y algún que otro aventurero. O lo que es lo mismo, extremeños y andaluces (y algún que otro bético seguro, conociéndonos). Por lo que podemos dilucidar que corre por nuestras venas la misma sangre, la verdiblanca. Por no decir que uno se siente aquí mucho más en casa que en los países con los que compartimos fronteras, tratados y monedas.
La lengua, la gastronomía, los santos y las vírgenes, las costumbres, las tradiciones, el sol y lo que conlleva vivir la vida con un puntito de locura y alegría, o nuestra capacidad tan bética y tan andaluza de autodestrucción y de resistencia de manera simultánea es una cosa que, aunque algunos no lo quieran ver, estuvo, está y siempre estará ahí. Y hombre, no estaría de más alegrarte porque le vaya bien a los países y a las personas con los que compartes tantísimo.
Así que, bético, si has llegado a este punto, ya me doy por satisfecho. No quiero obligarte a nada sobre los sentimientos que quieras tener ante tu patria o cualquier otra, simplemente, dentro del sentimiento de melancolía que me provoca el estar a 9000 kms. de nuestra Sevilla, tendré que, como dice Chicharito “imaginarme cosas chingonas” e llegar a pensar que hay más cosas en común entre El Real Betis Balompié y la Selección Mexicana de Fútbol.