Por Joaquín Piñero / @joaquinpherrera
Ahora mismo vivimos en un estado de ‘beticidad’, en el barrio de la alegría y contando los días para jugar una final europea en Polonia frente al multimillonario Chelsea. ¿Te acuerdas, Dani? Quién nos lo iba a decir hace poco más de una década cuando deambulábamos por los territorios inhóspitos de este nuestro país… Ponferrada, Albacete, Lugo… ¡Qué tiempos aquellos!
Ahora, aunque los más viejos del lugar no se lo crean, llevamos varias temporadas de tranquilidad, sin mirar hacia el abismo y solo mirando hacia abajo para asegurar el sello del pasaporte un año más. Llegó Pellegrini y con él nos acostumbramos a jugar dos veces por semana todo el año, a confiar en la victoria cada estación de penitencia hacia el Benito Villamarín y a ver jugadores de otro nivel con nuestra camiseta: llámense Nabil, Francisco, Sergio, Giovani o Antonio.
En fin. Nos hemos acostumbrado al jamón que, por qué no decirlo, sabe mucho mejor.
Probablemente, el momento álgido, por ahora, de la etapa del Ingeniero en Sevilla ha sido la Copa del Rey en la Cartuja. Un trofeo que todos ansiábamos, que sufrimos y que, gracias a Dios, pudimos levantar de manos de nuestro eterno capitán. ¡Qué noche la de aquel sábado! Mentiría si os dijera que todavía me emociono cuando lo recuerdo y me puedo imaginar que os pasa lo mismo. Lo que costó…
Pues ese día nos faltó algo.
Días después de la final y en pleno éxtasis balompédico, me lo hizo ver en una conversación casi filosófica: “hubiese estado muy bien que se cantara algo que no se cantó…”. Hace pocos días, planificando viajes a Polonia desde Málaga, Valencia, Barcelona, Madrid o Palma de Mallorca, el hermano de otro amigo lo repitió: “El título más grande ya lo tenemos”.
Toda la razón.
En ese preciso momento en el que el 17 estaba subiendo a abrazar la ansiada copa, todos al unísono tuvimos que entonar esa maravillosa declaración de amor dirigida hacia unos colores, un escudo, una bandera, una forma de vivir y de sentir, un legado, una historia no siempre exitosa y un romance:
“No hay título
Más grande que
Llevarte dentro
De mi corazón”
Apenas 11 palabras que recogen el sentimiento bético y nuestro lema: da igual el resultado, siempre seremos fieles al Real Betis Balompié. Porque, si nuestros antepasados no abandonaron al equipo en Tercera, ¿cómo vamos a darle la espalda ahora que las trece barras se pasean por el Viejo Continente?
Total, se trata de una noche mágica, pero vivimos en una vida en verdiblanco: ¿qué más se le puede pedir a la vida?
