Betis Bohemio

La Recopa: una final anticipada

Por Javier Guerrero Alfonso / @BetisShirts

Hay muchas cosas que definen al fanático en el mundo del fútbol como un ser particular. El hincha es aquel que, por cábala, usa la misma ropa durante cuatro domingos seguidos si a su equipo le está yendo bien. Es quién vive por y para el equipo de sus amores y por él está dispuesto a todo. Al final, como toda relación de amor verdadero, la irracionalidad marca cada uno de los actos que acometes. Yo, sin duda, he hecho muchas cosas extravagantes (y las que quedan por hacer) por el Real Betis Balompié, pero ninguna, cuando intento autoanalizarme, me parece más sangrante que recordar con un dolor atroz noches que no viví. Porque, siendo entonces un bebé, no tengo conciencia de la final de la Copa de 1997 ni de la posterior Recopa de 1998, pero llevo como cualquier bético de bien la pena más profunda en un estante de mi alma, la pena de saber que esa generación se fue sin levantar un más que merecido título. Es obvio que nunca estuvieron tan cerca como aquel 28 de junio de 1997, pero hoy la historia es otra, la decepción, la pena, van hoy por el viejo continente.

Era poco más que un niño cuando comprendí lo que mi padre sufrió aquella noche en Madrid, y jamás he sido capaz de ver entero ese partido. Escuece aún. Pero ya era algo más mayor cuando una tarde de verano buceaba en los recortes de prensa que mi padre había atesorado durante los años noventa. Después de todo el Manquepierda de 1997, me resultó impactante un titular: «Ahora a por la Recopa”. El artículo ensalzaba la marcha deportiva del equipo y animaba a que fuéramos a por más. El club desde 1977 no se coronaba campeón y el potencial en esos instantes hacía soñar con que esa racha podría cerrarse pronto.

Luis Aragonés, tras la marcha de don Lorenzo Serra Ferrer, era el encargado de guiar a las tropas verdiblancas en pos de una conquista deseada. En la Bética tendríamos que recibir a un ejército invasor húngaro, las huestes del BVSC Budapest. A orillas del Guadalquivir, como a orillas del Buda, los nuestros no tuvieron demasiados problemas y con dos a cero en casa y otro cero a dos domicilios, ya estaban en octavos.

De nuevo comenzaría la ronda en Heliópolis, el FC København, el rival. En la primera parte un tanto de Cañas y otro de Oli encarrilaban la eliminatoria que no vería ningún gol más hasta la segunda parte del partido de vuelta. Peter Nielsen de penalti recortaba distancias a falta de media hora. Pero las esperanzas danesas se esfumaron prácticamente en un cuarto de hora cuando Ureña dejaba cerrado el encuentro con el definitivo 1-1. De nuevo en la Recopa, el Betis había igualado su máximo histórico en competiciones internacionales, unos cuartos de final, pero a diferencia de en 1977, había una profundidad de plantilla y una trayectoria en el torneo doméstico que invitaba a soñar con una gesta. El Chelsea, siguiente rival.

La prensa tituló aquel cruce como “la final anticipada”, era obvio que los dos mejores equipos del torneo se habían cruzado demasiado pronto. El conjunto del barrio de Fulham aún no tenía el apoyo económico de Abramovich, pero tenía una plantilla de grandes hombres y nombres que aún siguen siendo leyendas en el Bridge. Zola, Di Matteo, Poyet, Vialli de jugador-entrenador… La contienda se presentaba complicada, pero crecerse ante la adversidad siempre fue conducta verdiblanca.

Aunque, por desgracia, en Europa la tragedia también es costumbre. Y así en la ida, a los doce minutos ya iba ganando el Chelsea cero a dos, merced a los dos tantos de Flo. Dos llegadas, dos jarros de agua fría y todo se ponía cuesta arriba. Pero la garra del mejor Betis contemporáneo permitía creer que, con tanto tiempo por delante, nada había decido. Pudieron caer varios goles aquella noche heliopolitana, pero solo Alfonso acertó a batir a De Goeij. Uno a dos para los blues y Londres dictaría sentencia.

En el vestuario se mentalizaban para remontar la ronda. Eran necesarios dos goles y quedaban noventa minutos por delante. ¿Por qué no? Aquel 19 de marzo de 1998, Luis alineó a Prats, Olías, Merino, Jarni, Luis Fernández, Josete, Cañas, Alexis, Márquez, Alfonso y Finidi. Fue precisamente este último quién a los veinte minutos inauguraba el marcador tras un gran inicio verdiblanco. Cero a uno y más de una hora de juego por delante, la esperanza volvía a teñirse verdiblanca. Pero esa hora larga que restaba sería de infausto recuerdo. En una falta muy mal defendida, Sinclair ponía las tablas. Lejos de venirse abajo, los nuestros estaban mentalizados de que un tanto más igualaba la eliminatoria, pero esta vez se cruzarían con Bernd Heynemann.

Prácticamente dos minutos más tarde del empate, Alfonso recibió un clamoroso penalti que vio Europa entera, hasta el trencilla, pero queriendo ser protagonista dijo que era fuera del área. Un robo a mano armada que solo estaba comenzando.

El electrónico no se movería y se llegó al descanso con todo por decidir. A la salida de las duchas, un nuevo error individual marcaría el devenir del encuentro. En una posición comprometida, Di Matteo robaba el esférico a Márquez y tras un regate a Merino, ponía el dos a uno. El Chelsea se encontraba con un marcador que corría a su favor, y una renta de dos tantos.

Corría ya el minuto setenta cuando Jarni filtraba un finísimo balón para que Oli a placer pusiera el empate, pero Bernd Heynemann, a instancias de su asistente, anularía el gol por un inexistente fuera de juego. De nuevo el colegiado privaba al Betis de una justa lucha.

Ya con el equipo volcado arriba y las fuerzas flaqueando, Zola cerraría la noche con el definitivo tres a uno. Han pasado casi cinco lustros, pero no ha desaparecido la sensación de que sin los errores propios y ajenos, aquella Recopa, en lugar de haberla levantado el Chelsea, podría haber acabado en nuestras vitrinas. Esperemos que pronto rompamos el maleficio europeo y, a golpe de fútbol y garra, no haya rivales ni árbitros que nos puedan parar. Que pronto Europa deje de ser una conquista pendiente. El camino para ello, visitarla mucho.

Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Betis Bohemio 3: Europa, una conquista pendiente, que puedes descargar aquí:

Revista nº3. Europa, una conquista pendiente

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