Tras la dura derrota ante el Alavés, en caliente, escribimos este tuit como signo de desesperación ante la actual situación de la entidad: “Cuando te preocupas más por un estadio que no puedes pagar que por mejorar la plantilla, más por los vips que por los tuyos, más por la ecosolidaridad que por el fútbol y un sin fin de cosas de las que estamos ya quemados, tienes estos resultados.” Estas palabras, escritas nada más acabar el partido, se van haciendo bola en el post partido y no haces sino seguir dándole vueltas el domingo, lo que te lleva a intentar darle forma a qué es exactamente ese sin fin de cosas que te tienen harto.
Y sí, se preocupan por el estadio, así que empecemos por el estadio. El estadio del Real Betis Balompié, esa Sociedad Anónima Deportiva que ha tenido que ir a una ampliación de capital de más cuarenta millones de euros para salir de causa de disolución. El Real Betis Balompié, ese club de fútbol que tiró una Supercopa de España (como si nuestras vitrinas estuvieran a rebosar) vendiendo a su lateral izquierdo titular antes de la semifinal con la excusa de recuperarnos del desbarajuste económico que provocó el COVID (después de Álex Moreno se vendió hasta el taquillero de la puerta 2, pero el COVID siguió y sigue lastrando). El Real Betis Balompié, ese club de cantera que, en cuanto puede, larga al chaval que sea porque no ve proyectos de futbolistas, ve transacciones en el banco. El Real Betis Balompié, ese club que hizo pagar a sus abonados la temporada de la pandemia para ver el fútbol por la tele. El Real Betis Balompié, ese club que te cobra hasta los amistosos. El Real Betis Balompié, esa ecofriendly y feminista empresa que se cargó al filial femenino descendiéndolo dos categorías porque no podía con sus humildes costes. El Real Betis Balompié, ese club que prefiere al cliente VIP antes que al socio de toda la vida. Ese Betis ahora quiere hacer un centro comercial en pleno Heliópolis en el que, por lo visto, algún que otro domingo jugará un SAD conocida como Real Betis Balompié, un Bernabéu en plena Palmera. Maravilloso. Y nos preguntamos, ¿con qué dinero?
Con qué dinero vas a acometer una obra de 150 millones de euros si tienes que vender a tus mejores jugadores año tras año para cuadrar números. Si te gastas 13 millones de euros anuales en intereses de deuda y más de 10 en personal no deportivo. Con qué dinero, si el préstamo del CVC te ha dado solo 70 millones para infraestructuras y ya te has dejado casi un tercio en la nueva ciudad deportiva, cuyo suelo por cierto no es tuyo en propiedad, lo cual es otro melón para abrir. ¿De verdad que vamos a meternos en semejante obra faraónica, endeudando aún más a la entidad para que si el año que viene no entramos en Europa tengamos que salir a jugar la primera jornada con el Betis Deportivo y parte del Betis C? No hemos tenido bastante con una ampliación de capital de 43 millones de euros que aún queremos arriesgar más el futuro de la entidad. Pues nada, no aprendemos.
Y nos dicen que se va a pagar con todo lo que va a generar el propio campo. Aún no has sido capaz de que en esta ciudad te pongan el metro, pero vas a ser capaz de convertir Heliópolis en la nueva Castellana… Nosotros no lo vemos. Encima todo ello a costa, por supuesto, de mandar a tu gente a la Cartuja dos años, de quitarle a tus aficionados su casa para que cuando vuelvan sea más importante el palco Joaquín Capitán 17 de América a precio de 4500 euros la temporada. Ese auténtico dineral (asumible por muy pocos) por el mismo asiento de aquel que estuvo en segunda cuando esto no era una moda y cuando muchos de los que hoy, con chaqueta y corbata, mandan en nuestro club, estaban en otros menesteres.
Fútbol moderno, Betis moderno. Ese Betis que cambia de escudo porque sí. Ese Betis que viste de amarillo, morado, rosa, naranja, gris y demás tonos no representativos porque a unos señores de marketing les sale de los mísmisismos (no, no hay ninguna normativa de la liga de que si la camiseta primera es verdiblanca la segunda no pueda ser verde. Es mentira, como tantas otras cosas con la que te mienten). Esos mismos señores de marketing que creen que vamos a gastarnos 4 euros en una cerveza en nuestro campo en vez de seguir con las liturgias eternas de tomarnos la última en el Seto, en el Castulo o en el bar local de turno que a usted más le guste.
Y es que estamos hartos ya de que falte tanto Betis y tanto fútbol en el seno de la entidad. Estamos hartos de que en cada iniciativa de salvar a un lince, el Amazonas o abrir un pozo-escuela en Burkina Faso esté nuestro club pero no esté en fichar un lateral izquierdo, un portero, un mediocampista y un delantero que marque goles aunque no tenga un apodo de animal de la selva. Estamos hartos de los fichajes de tipo Antony que vienen a cobrar una pasta en seis meses como un parche que no soluciona las grandes deficiencias de la plantilla.
Estamos hartos de que se venda a todo el mundo y que el fichaje que reemplace la venta esté en casa o sea un suplente de un segunda división inglesa. Estamos hartos de que no se traiga jerarquía y liderazgo al vestuario, lo que eran, más allá de su calidad, Guardado, Canales o Claudio Bravo. Estamos hartos de que nos callemos ante cada atraco de la RFEF y de que una leyenda máxima como Joaquín suba más a Madrid al Hormiguero que las Rozas a protestar. Estamos hartos de que no pongamos las pelotas sobre la mesa para decir ¡qué vergüenza más grande lo que ha hecho el Barcelona y el CSD! Y que callemos como mudos para ver si tenemos la grandísima fortuna de que nos cedan otro de sus pollitos para que los criemos al calor del sol heliopolitano. Estamos hartos de que cada lesión de dos semanas se convierta en dos años. Estamos hartos de que según quien sea la leyenda homenajeada, el club se movilice o lo haga más por compromiso que por convicción. Estamos hartos de que el club se calle con las poquísimas entradas que nos dan de visitante en todos los campos de España (y estoy harto de que de tan pocas para los que vienen aquí). Estamos hartos de los shows de lucecitas antes de un partido importante. Estamos hartos de cada personaje de Fama que baila breakdance y aparece en el descanso para su minuto de gloria. Estamos hartos de jugar un partido al año en casa vistiendo una camiseta reciclada con los colores del barro del cauce del río por Coria. Estamos hartos de promociones y descuentos para los búlgaros que estén de vacaciones en Sevilla al mismo tiempo que al socio no se le da ni un mísero pin por sus 25 años de pertenencia. Hartos de muchas cosas.
Pero sobre todo, estamos hartos de los egos que se han creído por encima del mejor entrenador de nuestra historia. Aquellos que han tenido a bien mandar a sus voceros a decir que su tiempo aquí está ya acabando (que no digo yo que tenga su parte de culpa, pero la cuota es bastante menor que la de otros) mientras dilapidan un equipo campeón, empeorándolo cada mercado. Aquellos que antes de su llegada nos tenían el 15. Y sí, si tuvieron a bien traerlo y darle los medios para que estos cuatro años ganaramos un copa y estuviéramos asentados en Europa, parte de culpa en el éxito tienen, lógicamente, pero también por eso mismo tienen ahora la responsabilidad de elevar de nuevo la vara futbolística y tener al Betis donde debe por nivel actual del club y de los rivales de la liga.
En definitiva, estamos hartos, como muchos béticos, y si alguien va a venir a decirnos que hace diez años jugábamos en Ponferrada, le diremos que hace 80 años rifábamos vacas y que hace 16 jugábamos en Irún, que no nos tienen que explicar aquello porque estábamos allí, pero que el hecho de que nuestros abuelos pasaran hambre en la España de la posguerra no nos hace tener que ser unos muertos de hambre toda la vida. Y sí, vamos a seguir protestando. Porque la actual directiva elevó el nivel de exigencia a entrar en Europa anualmente. La actual directiva, la del Betis de los béticos, el que ellos prometieron, y ellos nos han quitado para dejarnos una empresa, con un capital mucho más concentrado de lo deseable, de la que como socios (clientes para ellos) y accionistas que somos vamos a exigir resultados, y dichos resultados los queremos en el campo, porque para eso esto es, de momento, una empresa de fútbol.
Así que, en estas circunstancias, en las que el Betis moderno es una empresa que cada vez se aleja más de todo su sentimiento de pertenencia, de su historia y de su gente, no nos vendan la burra de que en el pasado estábamos peor. A cambio del Betis que nos han impuesto, lo mínimo exigible son resultados deportivos más altos como contrapartida al nuevo Betis que tenemos y tendremos. Trabajen para ello.