Por Martín Arévalo
El Sevilla F.C. lleva 15 años prácticamente ininterrumpidos de éxitos deportivos. Sin embargo, no es suficiente para la gran mayoría de sus seguidores, a los cuales, en su afán por ser los mejores, siempre les molesta algo. Siempre. Les molesta cuando, como el devoto religioso que acude puntual al templo, el Villamarín es uno de los estadios que registra más afluencia de público e todo el planeta, y que eso nos llene de orgullo. “Otro título”.
Les molesta cuando a cualquier campo recóndito de 2ª división acudimos, sea cual sea el mes, las condicionesclimatológicas o la situación deportiva, en peregrinación. Y si perdemos, el mosqueo nos dura 24/48 horas, y ya estamos pensando en la siguiente romería. “Que pesados son… criaturitas”. Les molesta que, tras la enésima decepción, cadaverano volvamos a renovar nuestros abonos. Les molesta que cantemos y seamos felices aunque nuestro equipo pierda mucho más que gane. Les molesta cuando cualquiera de nosotros, en cualquier escenario, decimos “Viva el Betis”. Da igual que sea una niña de 7 años en un programa de televisión, un famoso en una entrevista o cualquier persona anónima en el contexto que sea. “Catetos”.
Les molesta que Joaquín cuente chistes “porque es un perdedor”. “¿De qué se ríe si no ha ganado nada?”. Les molesta cuando se cuestiona que tienen suerte. Pese a que se precise que la suerte hay que buscarla y que no ganan por ello, que su éxito se sustenta en muchos más factores. La simple duda les enfurece. Les molesta, por supuesto, cuando no estamos a la altura en partidos contra ellos. Porque su prioridad es, como abanderados de la sevillanía que son, ofrecer el mejor espectáculo posible. “Se busca rival digno”.
Les molesta que celebremos las victorias contra ellos porque eso es de “mediocres”. Les molesta que nos riamos cuando, tras clasificarse para Cuartos de final de la Champions League sus jugadores lo celebren cantando “Nadie conoce al Betis”. Les molesta que nuestros jugadores se contagien del ADN y defiendan al equipo y al club con determinación. Les molesta cuando ponemos en duda su “honorabilidad” pese a que los acontecimientos inviten, cuanto menos, a cuestionar todo. Les molesta, obvio, cuando les ganamos. Pero, por encima de todo, les molesta que seamos felices solo por el hecho de haber sido bendecidos en verdiblanco.
Todo lo anterior no es opinión, sino hechos constatables. Tras 15 años prácticamente ininterrumpidos de éxitos deportivos quizás algunos mantenían la esperanza de que eso fuera más que suficiente para que renunciáramos. Como si dimitir fuera una opción. Y eso, adivinen qué, sí, les molesta. Y mucho. Uno, que desgraciadamente no es Sherlock Holmes, no quiere apresurarse deduciendo cosas. Y más teniendo muy claro que ellos no están pendientes del Betis, porque no está a su nivel. Pero juraría que, o al menos lo parece, lo que les molesta es que existamos. Pobres. Y para todo aquel que no creía en estas líneas, seguro que se quitó la venda en la eliminatoria de la Copa del Rey. Pasamos, y les molestó. Y seguiremosmolestando.