Por Enrique Roldán Cañizares / @enrolcan
El 14 de abril de 1931 fueron dos las banderas que ondearon en el cielo madrileño. De una parte, la bandera republicana, la tricolor que vino de la mano del nuevo régimen a intentar regenerar una España que no había sabido recuperarse de la conmoción causada por la crisis finisecular. De otra, la verdiblanca; pero no debe caerse en el error de pensar que nos referimos a la bandera de Andalucía, la cual ya había sido elegida como símbolo de todos los andaluces, sino a la bandera del Betis Balompié. Porque aquel 14 de abril, al mismo tiempo que las masas populares se lanzaban a las calles de aquella Madrid primaveral que se acostó monárquica y se despertó republicana, un grupo de béticos fundaba en Carabanchel un equipo de fútbol llamado CD Betis San Isidro.
Aquellos béticos de Madrid no sabían que poco tiempo después su equipo llegaría a la final de Copa, ascendería a Primera División y ganaría la Liga para orgullo de todos ellos, pero de poco habría importado. Porque si algo hemos demostrado los béticos a lo largo de todos estos años de bendita pasión es que, al ser una parte inalienable de nosotros, llevamos el Betis a todos lados. Y si uno vive en Madrid y no tiene la posibilidad de ver al equipo de sus entretelas, crea uno como muestra de respeto, cariño y amor a las trece barras. De este modo, echó a andar el Betis San Isidro, que a día de hoy se erige como el sexto club histórico de la villa de Madrid.
Porque si es llamativo que unos béticos funden un equipo en Madrid para hacer un homenaje a su Betis, más lo es incluso que años después siga funcionando como un reloj. Durante todo este tiempo han sido muchos los jugadores, entrenadores y directivos que han formado parte de la familia del Betis San Isidro con las más sanas de las intenciones. De hecho, es el propio club el que asegura que este homenaje madrileño hecho club de fútbol ha funcionado “siempre con la idea de practicar deporte, divertirse y competir de manera sana, siendo esta una de las señas de identidad más reconocibles a día de hoy para el club”.
De esta descripción, en la que el deporte, la diversión y la competencia sana se erigen como elementos fundamentales, se deduce algo evidente: la fuerte apuesta del club por las categorías inferiores. Así, la promoción de jugadores a lo largo de todas las categorías ha sido siempre una constante en la entidad, hasta el punto de que más de la mitad de los jugadores que pasaron por los escalafones más bajos del club terminaron debutando con el primer equipo. De hecho, uno de los orgullos del Betis San Isidro es Randy Nteka, quien fue fichado por el Rayo Vallecano tras haber despuntado en el primer equipo de este Betis tan madrileño.
Por lo tanto, nos encontramos con un equipo que, desde 1931, no ha parado de hacer Betis desde Madrid, de la que hoy ya podemos hablar plenamente como “la décima provincia”. Porque si Cataluña se ganó el derecho de ser la novena provincia, los béticos de Madrid, desde aquellos jóvenes que en 1931 fundaron el Betis San Isidro hasta todos los que hoy siguen defendiendo las trece barras por la capital, se han hecho valedores del mismo derecho. Por esa razón, entre otras tantas, la temporada 2019/2020 fue tremendamente significativa para el Betis San Isidro. Por fin, después de tantos años de hacer Betis y promover el deporte, estos amigos verdiblancos de Madrid consiguieron que todos sus equipos entrenasen y jugasen en el Estadio Antiguo Canódromo, en pleno barrio de San Isidro. 90 años después, los descendientes de aquellos locos de la cabeza conseguían tener instalaciones propias y sentirse por fin como en casa, con el claro compromiso de seguir haciendo aquello que se comenzó en 1931: hacer Betis desde Madrid y dejar claro que, pese a la distancia, no hay nada más fuerte e imperecedero que el amor hacia el Real Betis Balompié.
Este artículo formó parte de la Revista Betis Bohemio 8: Afición, que puedes descargar aquí: